Escuché una frase que hoy ha tomado carta de total actualidad: con 5.000 kilómetros de costa que tenemos en España y has venido a ponerte a mi lado para pescar. Anda y tira a 20 kilómetros. Que tendrás peces también.
Hoy me ha pasado eso. Entraba a tomar un café en
la barra de un bar, que también tiene terraza. Y veo que está vacía, más de 20
taburetes solos, abandonados, tristes y aburridos. Decido darle alegría a uno
de ellos para que se sientan importantes. Le contaré que a la vez que me tomo
un café, escribiré algo sobre ellos. Y así lo hago. Observó desde mi sitio, que
la terraza está abarrotada.
Me alegra. Así en mi soledad podré escribir más
tranquilo. No llevo ni tres palabras escritas alegrando a mis taburetes cuando
un señor con su señora, me preguntan si están libres los taburetes. Mi asombro
total. Hasta los taburetes sonríen. Pues claro que están libres, todos. Y mi
sorpresa es que el señor corre el que estaba a mi lado, pero no para separarse
más de mi, si no para que su mujer pudiera estar más separada de él. No te
digo, buscando tranquilidad y me coloca su muslo junto al mío, calorcito y del
bueno.
A mi taburete le cuento la frase del pescador y
empieza a reírse. A mí no me hace ninguna gracia, la verdad. Total que se lo
cuenta a los demás taburetes la jugada del señor. Y las risas se oyen en todo
el bar.
No sé como sucedió, pero sin darme cuenta todos
los taburetes se desplazaron al fondo de la barra, dejando a sus dos amigos en
la esquina, parecían que iban a sacar un córner.
Lo único que querían era que yo estuviera solo,
que escribiera sobre los taburetes y los pusiera contentos.
Y así lo hice. A reírnos tocaba.
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