No
sé si te gusta el mar, si te gusta la
montaña o si eres un apasionado de los rincones que dan paz; de una roca donde
sentarte a la orilla de una cala solitaria, oyendo el batir de las olas, unas
veces, bravas, otras muy serenas. De ese sitio en la cumbre de tu montaña, en
la soledad del aire, que te empuja a mirar donde quisieras estar. De la soledad
más absoluta del desierto, cuando ni quieres mirarte dentro para no ver tus
estados de ansiedad, o del frio más intenso del paraje helado en aquel rincón
al que, de pequeño, te llevó tu
abuelo....
Solo
esos sitios son capaces de hacer que tu sientas lo que nunca has sentido
rodeado de gente, son sitios que te
hacen, quieras o no, estar solo y acompañado a la vez, sitios
que te harán llorar y reír, sin que tú te des cuenta, sitios
que te demuestran que eres tu quien está vivo. Son los que te dicen que
has nacido y en los que tu alma puede estar feliz o triste.
No
dejes de buscar ese sitio, sea el que sea, si todavía no sabes cuál es el
tuyo. Allí sentirás que está vivo y que
así tienes que seguir, disfruta como sea ese momento, negro o luminoso. Vibra
con los sonidos, olores y colores del lugar que elijas. La vida te mostrará una
nueva dimensión: la de la plenitud.
Tú, solo tú y el universo a tus pies.
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