Después de su última relación paso una temporada lamiéndose
las heridas abiertas. También era verdad que por su experiencia de vida tenía
ya mucho callo en su corazón. Unos meses de paz interior y recuperar su estado.
Solía demostrar en muy pocas ocasiones sus sentimientos reales. Los guardaba en
su intimidad. Quizá era su coraza en la vida. Vivir sus penas en su intimidad.
Y dar la imagen de persona dura y segura. Eso siempre le venía bien.
Llegó su momento de nuevo de abrir su corazón al
mundo. Y lo hizo por la parte que aún no había experimentado. La posibilidad de
utilizar páginas de contactos era algo novedoso en ese momento. Y lo hizo.
Busco las mejores y más serias. Algo donde de verdad se encontrar parejas
afines. Donde el esfuerzo por buscar lo tuviera reducido en el tiempo.
La verdad que sentía curiosidad si esto de verdad
funcionaba. Nada perdía con probar. Los perfiles que enseguida empezaron a
llegar eran casi todos hechos a su medida. Y si eso era así esperaba que su
perfil fuera lo mismo para las personas que lo recibieran. Había que empezar
por dejar que su gran intuición en las personas obrara el milagro de acertar
rápidamente.
Solo un golpe de vista a los ojos de las
opositoras le llevó a decidir enseguida. Una chica morena. De ojos verdes, con
gustos y aficiones muy parecidas. Un chat para comprobar que realmente existía
Isabel. Una contestación rápida y empezó algo por lo que había empezado por
curiosidad y estaba tomando camino de ser una amistad.
Abogada, liberal, nunca se había casado, quizá por
falta de tiempo o por exceso de pasión por su trabajo. Y que ahora a sus casi
40 años se veía sin ganas de buscar en la calle algo que podía probar en
Internet. Y así tras chat y chat. Un par de Skype y ver esos ojos verdes que
confirmaban su certeza en su intuición, aceptó la invitación de ir a su casa de
Ibiza donde ella iba a pasar sus vacaciones.
Todo era como si se conocieran de siempre. Fluía
la conversación, era una belleza Isabel, ahora más todavía que la tenia sentada
enfrente y sentía la complicidad en su piel. Algo había que desconcertaba, como
una mujer como aquella no había tenido una relación? Cualquier joven y no tan
joven que pasara por su lado no podía dejar de mirarla, atraía a los hombres
con su magnetismo. Y alguna mirada de alguna chica también descubrió.
La cena una delicia para ser la primera. Una
perfecta mujer. Insinuante pero precisa. Cogidos por el brazo anduvieron los
400 metros que separaban de aquella preciosa casa junto al mar. Un beso de
despedida y cada uno a su habitación. Le
empezaba a gustar Isabel. Pero sabía que en algún momento tendría que
contárselo.
Dos días más disfrutando de aquella playa
maravillosa. Isabel tenía un pequeño velero de 6 metros. Otra sorpresa para
ambos. Era algo común. Amantes del mar. Y los dos con título de patrón de barco.
Navegaron a una cala apartada. Y disfrutaron de la jornada más maravillosa que
habían pasado en su vida. Isabel nunca había estado con un hombre a solas en
esa situación.
Cocinar a medias. Era un placer mutuo. Unas copas
de vino blanco frio animaban la sobremesa. Los baños en esas aguas turquesas
eran una delicia. Ella se fijó en la espectacular cicatriz que dibujaba su
pecho una costura importante, pero no percibió más que la curiosidad del tamaño
y no del porqué.
Los juegos y los abrazos no dejaban de sucederse. El
la besó en el cuello y ella le devolvió el beso en la boca. Se sentía cohibido
de golpe. Pero ella ya notaba que algo pasaba. Algo había en él que dejaba un
misterio por descubrir. Y quiso hablarlo esa misma tarde sentados en la cubierta
del velero. A la caída de la tarde, y después de una buena ducha de agua fresca
y dulce y con una copa de cava en la mano lo miró a los ojos y se atrevió a
decirle que algo notaba en su actitud pero que ella no quería aparentar ser una
lanzada. Y que tuviera la tranquilidad que estaba muy a gusto. Y que nada iba a
cambiar si él lo veía así.
Esa conversación es la que en algún momento ya
debería tener y contar su verdadero problema, si es que lo era. Con un toque en
su copa de cava empezó diciendo que hacía un año había sufrido una importante
operación y que en su cuerpo estaban las marcas y que algo no había funcionado
todo lo bien que debía y que su actividad sexual cambió radicalmente.
Entendió de sobra lo que pasaba. Sin importar más
que lo suficiente no dudó en sujetar su mano y atraerlo hacía ella. Un beso de
pasión reprimida durante esos días su unió al de él. Y encima de la mesa
olvidaron hasta quienes eran. Sentía que a pesar de cualquier cosa era un
excelente amante, delicado, cariñoso y muy apasionado. Y ella estaba deseando ser la reina en ese momento y se dejó hacer. La cubrió de besos por todo el
cuerpo. El quería satisfacerla y ella se daba cuenta como utilizaba con
maestría su lengua haciendo que su sexo creciera a tamaños que ni con su mano
había conocido. Orgasmo tras orgasmo disfrutaba con ese perfecto amante.
Por su cabeza cruzó la imagen de un hombre
enamorado pero con una gran necesidad. Y se lo dijo. Pero la forma de sentirse
abrazada y amada y el comentario de: tendrás toda tu vida para darme placer,
ahora déjame sentir que te necesito, le
confirmó que nunca dejaría escapar a su amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario