sábado, 16 de agosto de 2014

Cementerio




El sueño era agitado, casi tenebroso, daba vueltas sin cesar. El sudor frío le recorría la nuca. Por fin despertó asustado, recordaba el sueño. Se había dejado las tumbas cerradas y eso le podía traer consecuencias irreparables. Salió rápidamente a la ventana. Abrió el balcón y observó el cementerio. Todas las tumbas estaban abiertas. Respiró hondo y se tranquilizó. Los miró a todos y los muertos vivientes siguieron su trabajo de noche

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