Trata a la personas de tal forma
que cuando vuelvas no tengas que llamar a la puerta, no tengas que preguntar su
nombre, no tengas que buscar su casa.
Ellas sabrán quien eres, sabrán
tu nombre, sabrán abrirte más que su casa, su corazón que ya dejaste expectante.
Cada sonrisa será una fiesta,
cada frase amable será una satisfacción.
Recuerda que la felicidad esta
muchas veces detrás de la puerta que no abrimos. A la vuelta de la esquina que
no doblamos, debajo de unas lágrimas que no enjugamos, de recibir más que
exigir. De dar más que pedir. Que la desgracia más grande se puede decir con
una sonrisa, que compartir es doblar la felicidad y partir por la mitad la
pena.
Una mano boca arriba siempre
recibe y un puño nunca alberga esperanza. Una mirada sincera siempre confía y
un abrazo de corazón trasmite tu amor. Todo es cuestión en descubrir toda la
felicidad que hay esté donde esté. Es mucho más fácil llorar, lo difícil es
reír cuando estas triste. Pero compensa el doble. Se es más valiente hacer reír
cuanto el llanto te ahoga, ya lo dijo el payaso. La sencillez está llena de
felicidad. No compliques ni tu vida ni la de los demás. No estés triste por tu
vida pasada, seguro que te espera la felicidad mañana. Y hacer feliz a los que
te rodean, te devolverán el ciento por ciento. Intenta descubrir todos los días
tu felicidad pero no intentes comprenderla, perderá su magia de descubrirla.
Haz feliz a los tuyos y ellos te
harán feliz.
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