Era tan gandula que a la cama le
daba unas palizas impresionantes. Tanto que el despertador le sonaba una hora
antes de tener que levantarse. Y le repetía cada cinco minutos. Pero nunca
llegó tarde a su trabajo. Lo de gandula ya se ve que es una visión muy partidista
y no del todo real. Dulce, cariñosa servicial,
con su genio y su carácter. Callada y reservada. Algo bastante natural en esas
edades. Responsable en todo, amigas, amigos, trabajo. Su propia vida. Guapa,
con estilo, tiene clase, ese pellizco que dicen los calés. Porte, prestancia,
don de gentes, carisma, quizá es una líder natural. Tendrá que seguir y
demostrarlo. Pero es seguro que llegará. ¿Dónde? Quién sabe, pero será largo, a
mucha distancia. Y más de lo esperado y deseado. Se nos irá. Pero será su
vida.
Con las limitaciones de una
maldita crisis que deja sin ilusiones a la juventud. Antes, acostumbrados a
tener poco, o mejor nada, siempre se soñaba con algo, tener más ambiciones. El
desear era algo natural. El tener y dejar de tener, o ver como dejan de tener
obliga a desilusionar. Dejas de esperanzar. Entristeces, te decepcionas, dejas
de ver sueños.
Qué pena de esta juventud que por
desgracia ha vivido y está viviendo lo más crudo de la vida. De esta maldita
crisis. De ver, de tener casi lo mejor desde vida y casi perderlo o de perderlo
entero. Puede comparar, 100 euros es mucho o es demasiado poco. Así de duro es
este momento. Pero ella no cambia. Sigue con esa idea de tener su
independencia. Su casita, su nido, su mundo. Su intimidad, su amor, su pareja al
lado de su vida.
Equivocarse, ser independiente.
Seguir siendo como es. Una chiquilla madura y madurando. Hija y seguro que
madre. Como lo es como nieta. Con amor infinito. Más de lo que cree. No sabe
todavía todo lo que lleva dentro. No se lo voy a decir hoy ya lo sé. Pero ella
lo tendrá que descubrir y sacar. Seguirá sus pasos. Personalidad le sobra y
bondad a raudales. Esa es ella. Una chica, de hoy. Una excelente persona.
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