Se acaban las vacaciones y sigue
sus pasos como tantos días. Espera que ahora pueda entrar en más puertas. La
soledad, de las calles y paseos de días anteriores, se empiezan a tornar en
movimiento tenue hasta que llegue la algarabía.
Las parejas de la mano se
despiden a besos. Los pantalones cortos se cambian por faldas y pantalones
largos, los top y polos por camisas de manga larga. Los escaparates quitan sus
carteles y se visten de nuevo con sus maniquíes.
Sus pasos son continuos y su mirada
más precisa. Los niños aun no aparecen. No tardaran. Las paradas a preguntar
ahora son más. Las puertas se abren. No se mira ya en los cristales, mira
dentro de éllos.
Empezarán los colores ocres a
sustituir a los brillantes. El agua dejará de ser automática para ser divina. Y
la calima al aire frio. Sus pasos continuarán todos los días hasta que llegue
el invierno y vuelva el estío.
Quiere parar o dejar de ser un
parado. Parar es vivir.
Andar es morir un poco todos los
días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario