La caja cuadrada solo es el
envoltorio de un círculo perfecto que triangula un centro perfecto con las
piernas y brazos. Somos el ombligo del mundo porque lo dijo y lo demostró
Leonardo da Vinci.
La caja de la pizza cuadrada
encierra el círculo perfecto de la comida. Lo más importante de su interior.
Pero como siempre, comerte todo de golpe sienta mal. Por eso el ombligo, ese
punto a veces sensual, a veces sexual, se convierte en el vértice de la
delicadeza de saborear esas pequeñeces triangulares con el deleite de unas
fresas en los labios recogidas del centro del cuerpo. Y aún quedan más
geometrías en estas cosas, trazamos líneas rectas que nos hacen saborear
nuestra lengua mientras las describimos. Deseando que rápidamente formen parte
de un todo en tres dimensiones. No olvidemos que el cuadrado, encuadra un
círculo en el que figura el cuerpo desnudo del pecado de la comida.
No sabríamos por donde cortar las
líneas que delimitan los triángulos del cuerpo. Si del ombligo hacia abajo, si
del ombligo hacia arriba.....
Comeríamos de cualquier sitio
pero su sabor aunque el mismo, no presidiría el mismo efecto en nuestras
excitadas neuronas. La cuadratura del círculo empieza por el número pi. ¿Y ese
donde se encuentra? ¿En el cuadrado, el círculo, en el vértice o en nuestra
capacidad de sensualidad?
En todo caso la distancia siempre
es la misma desde un punto cualquiera, pero si fuéramos capaces de comerla con
tu pareja, sin manos y a la vez, veríamos como el punto
medio no es exactamente el centro.
Sino el más cercano a nuestra pasión
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