Hay épocas de mi vida que solo
veo barrigas embarazadas, solo veo coches de bebes, miro a las mujeres y las
únicas que andan son con barrigas enormes, miras las tiendas y no encuentras
ropa normal, únicamente de embarazadas y de bebes. En la tele solo hay anuncios
de comida para ellos, y las revistas del corazón solo sacan a las que están
preñadas o acaban de parir enseñando a su niño.
Los anuncios de coches salen los
que tienen adaptadas las sillitas de niños, y los colegios nada de
universidades, solo los de preescolar. Los libros de ayuda al parto, las amigas
dando consejos y los papas buscando gimnasios de ayuda al nacimiento común.
Los relojes biológicos maternales
no solo son de las mamás, los hombres también los tenemos, o por lo menos a mi
me pasa de vez en cuando. Me distorsiona la realidad de mi vida cotidiana, veo
cosas que antes no veía, dejan de aparecer cuerpos esculturales para disfrutar
de embarazadas preciosas.
Será nuestro lado femenino que
periódicamente nos golpea para que no perdamos la pura realidad de nuestro
sexo. Hombre-mujer continuamente.
Y eso me gusta, lo disfruto, me
llena, me compensa. Y aunque parezca una contradicción me siento más hombre que
comprende mucho mejor al resto de los sexos. Si sexos. No sólo hombre, mujer.
Que hay más. Muchos más de los que a veces imaginamos. Somos ostras en el sexo.
Tenemos varios a la vez.
Y en esta situación me encuentro
ahora, viendo mamás embarazadas, niños en coches recién nacidos, tiendas llenas
de ropa para ellos e inmerso, más veces de las que imagino, en conversaciones
de ginecólogos, tocólogos y leches maternales.
Espero que no se me pase nunca.
Es una muy bonita situación periódica a lo largo de mi vida.
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