El beso de anoche me
supo a poco, el calor no llego a ser tibio, la mirada profunda de tus ojos
negros hablaba en silencio.
Una caricia justa de
tus yemas en mi mejilla decían más que las mil palabras dichas antes. Tu otra
mano se apoyaba en mi pecho, con esa cadena de nubes que atan lo preciso.
Nunca se sabe que puede
pasar después. Mejor esperar al momento
oportuno. Ése se sabrá cuando llegue, no
adelantes lo que no se debe. No corras por el camino del paseo, nunca te arrepentirás cuando ocurra.
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