Me desperté diciéndote te quiero.
Te di dos besos en tu cuello. Susurré un amor mío en tu oreja. Te arrebujaste
contra mí buscando el calor de mi pecho. No querías abrir los ojos, ni sentir
el olor de la luz. Detener tu sueño en ese punto donde nosotros somos nosotros.
El segundo siguiente el nosotros
desapareció. No estabas ya. El susurro se convirtió en grito, el calor en hielo
y mi pecho en dolor. La soledad era la compañía y la espera desesperanza. ¿Volver?
¿Volver, regresar, reanudar lo dejado
a medias? Solo esos segundos siguientes lo saben. Si se cuentan y llegan todo
volverá a ser nosotros. Si se cuentan y nunca llegan, al final el nosotros solo
se convertirá en solo yo.
Que malo es el tiempo que no
ayuda a tenernos, mientras solo soy yo. Y qué bueno es el tiempo cuando llega a
ser nosotros.
Cuento los segundos hasta la
cifra final en el que nosotros nos digamos te quiero de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario