Todo el esfuerzo de una vida
reducido a un ladrillo y a una cédula. Reconocer una deuda que no debo. Trabajo
de veinte años en levantar tu casa para que ahora un banco, una ley de costas,
un ayuntamiento cambiante de politiqueo, destroce tu hogar.
¿Con que humor voy a rellenar un
inventario de enseres para que mañana nadie me devuelva lo mio?
Los abogados pleitean con pasión,
desmedida a veces, parar conseguir dilatar en el tiempo algo que sin remedio arruinará,
no solo materialmente a mi familia, sino moralmente a mi, para que no tenga
fuerzas de continuar.
Me niego, me resisto a que la justicia
sea cambiante en función de la política.
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