Abriste
la maleta a regañadientes, fuiste metiendo tus cosas. Cajones abiertos, lejas
vacías, percheros desangelados. La maleta no se llenaba, por más que mirabas en
los rincones, detrás de las puertas, en el aseo y la cocina. Nada más había que
meter.
Una
maleta llena de cosas vacías. Al levantar la cabeza y mirar en el espejo, solo
viste la imagen de tu vida. La maleta estaba llena de tu vida.
Que
pocas cosas necesitaste para construir tu felicidad. Nada material te era
necesario para cambiar de sitio y continuar con la inmensa felicidad en la que
poco a poco dabas sentido a tu existencia. Llenaste el vacío de ayer con el
afecto de tu mano. Colmaste el corazón con la alegría de tus ojos. Amaste hasta
llenar la existencia de todos los que llegaban a ti.
Y
si tus lágrimas salían sólo eran para llenar el río de vida. Tus besos no se
iban con la fuerza del viento, quedaban prendidos en las mejillas de tus amigos.
Olores de hogar rezumaban por tus poros. Crujir de madera antigua, de pasos de
siempre. Llenabas. No había ausencias. Todo colmaba. Tu piel era tu ajuar.
Tu
maleta estaba llena de ti
No hay comentarios:
Publicar un comentario