Son cientos de años ya de vida y
aun en mi vitalidad y mi fuerza se van notando el paso de los siglos. Me miman
y cuidan los hombres, como si mi propia naturaleza ni supiera cuidarme. Llevas
viendo pasar generaciones de cosas, de seres vivos y muertos. De animales y
plantas. Todas terminan y yo perduro. El aire mece mis ramas y alerta notas de
color. Paró la lluvia tormentosa. Para que mansamente fluya por mis grandes
hojas y me de vida lentamente. Pese a mi gran tamaño no necesito grandes
cantidades de aportes para mantener mi vitalidad. Mas me atacan los que me
cuidan que la propia naturaleza. Por un lado me estudian, me analizan, me
curan, y por otro me agreden, me destruyen, me desorientan. No comprendo a
estos humanos.
Y pasa lo que pasa que siglos de
vida dejan partes de mi cuerpo débiles y viejos y cualquier cambio inesperado
de la meteorología, ya sea el aire, el frío, el calor, la excesiva sequedad ajan
ramas débiles y caen inanimadas muy a mi pesar. Se arrancan pedazos de mi
cuerpo que me hacen llorar mi sabia.
Al caer hicieron daño a tres
chavales y los humanos, como casi siempre, más preocupados por mis daños
estructurales que por la salud de los tres jóvenes. Somos importantes, muy importantes,
algunos somos mil milenarios y nos merecemos el máximo respeto y cuidado sin
ningún tipo de restricciones, que nos agregan de ninguna forma. Peto nunca,
repito nunca seremos más que un humano. Nuestra vida está al servicio de ellos.
Si nos miman miraremos más. Pero nunca seremos el protagonista de una noticia
como esta.
"El ficus milenario de
Floridablanca no ha sufrido daños importantes".
Cuando los heridos de verdad son
los tres jóvenes que solo querían cobijarse bajo mis grandes hojas.
Lo siento más que los humanos el
daño que les causé.
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