Son
siete las notas musicales. Do, re, mi, da, sol, la, si.
Cuantas
sensaciones pueden crear en un corazón las infinitas combinaciones, decir que
la música solo es una variedad de notas es una locura.
Dando
vueltas a estas cosas de la música, encuentro una curiosidad aun más
sorprendente. veintiocho letras de un abecedario, combinadas, metidas en un
saco y tiradas al azar sobre un folio en blanco, no sólo pueden crear una
ilusión, un cuento, un relato que nos lleve a mundos sin fronteras. Puede crear
composiciones tan mágicas como un libro. Y sin más. A enciclopedias sesudas
donde el saber del mundo nos ayudará con la vida.
Pero
aun hay más. Si nos paramos un poco, vemos que esas 28 letras, símbolos, ayudan
a crear una lengua que distingue una cultura. La española por ejemplo. Pero si
aun seguimos combinando esas mismas letras y volvemos a soltarlas sobre un
folio en blanco, aquel escrito, que tu y yo podemos leer con toda facilidad,
nos damos cuenta que aun diciendo lo mismo no somos capaces de comprenderlo. Es
tan sencillo como que las mismas letras, el mismo abecedario, puede crear una
cultura completamente distinta. Unas historias tan dispares como aquella
impresionante enciclopedia pero con otra lengua. Ahora ya no es la española. La
hemos combinado de tal forma en ese cedazo, que al caer en el folio hemos leído
el mismo texto pero en la lengua alemana.
Sí.
Es de Perogrullo, pero veintiocho letras o veintisiete, según las lenguas, las
mismas con las que hemos iniciado nuestra vida, ahora no sólo no estamos en
nuestra casa si no que hemos cambiado de país, de lengua y de cultura.
Y
no sería mas fácil, que ese montón de letras fueran tan universales como las
sencillas siete notas de la música que si que unen a todos los mundos, a todas
las culturas y a todas las lenguas?
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