Lectora empedernida. Todo lo que cayera en sus
manos lo leía. Debía ser algo de su niñez. Quizá el escuchar a su padre leerle
los cuentos antes de dormir, despertó en ella esa inquietud por la lectura.
Al principio cosas de niñas. Mas tarde de amor y pasión.
Normal a los 15 años. Con el tiempo su afición diversifica a los libros de
caballería y a los históricos medievales. Pero un día llegó a sus manos unos
textos cortos, simples, de escritura sencilla y muy fáciles de leer. Tenían en
su sencillez una profundidad en muy alta. Apasionados de emociones, de sueños y
realidades, de colores y llantos, la vida real y sin misterios.
Transmitían una necesidad de seguir leyendo esas
frases. Hacia recapacitar sobre cada uno de los temas. y todos distintos y
todos con continuidad de sentimientos. Empezó a seguirlo. A buscar donde fuera
todo lo que este autor escribiera. Y solo conseguía cosas sueltas de textos
cortos. Pero aún así disfrutaba con ellos.
Nunca supo cómo se enteró. Llegaría, como todo,
por casualidad. El próximo fin de semana firmaba su primer libro en su ciudad.
La alegría completa. Los nervios en su barriga. Fue a librería a preguntar por
el libro. Y no estaba. Solo el día de la firma estarían a la venta. No dudaría
en perder más tiempo, sería la primera en la cola, nadie estaría antes que
ella, la primera firma, la suya.
Esa mañana, se vistió con sus mejores ropas, no sabía
porque, pero si sabía que quería estar a gusto, que no quería sentir otra cosa,
que el placer de que su autor preferido, le dedicara unas palabras en ese libro
del que aun le faltaban muchas cosas por leer, y esa satisfacción no podía despertarse
con pensamiento de si su peinado estaba bien, y si su falda era muy corta o muy
larga. Lo importante era estar pendiente de todo.
Llego la primera, como no. Madrugó tanto que si lo
hace un poco antes hubiera llegado de noche. La espera seria larga, pero la disfrutaría
mas. La cola fue creciendo, parecía que no era ella sola quien sabia y había leído
algo de ese autor, y eso le halagaba mas, no era única, pero si la primera, le
gusto ver como la cola crecía.
Por fin llego la hora. Y por donde llegaría el
autor?, entraría por la puerta?, y podría tener el placer de conocerlo antes y quizá
de hasta tocarlo.
Pero no, al llegar la hora un guarda de seguridad abrió
la puerta desde dentro, y como si fuera una ceremonia, comenzó una liturgia
prevista, se dispusieron en una cola ordenada, y se desplazaron ante la mesa
donde se podían comprar el libro, y justo al lado una gran mesa muy bien adornada
con flores y algunos ejemplares ya dispuestos, precedían a la figura de él. Solo,
sin nada más que pudiera despistar lo más importante, ser la primera a la que
dedicara su libro.
Justo en ese momento de llegar ante él, declino el
puesto y lo cedió a la siguiente persona en la cola. Su pensamiento muy
acelerado, pensó en la inmensa satisfacción que seria, estar durante todo el tiempo
la segunda en la fila, ir cediendo a cada persona su lugar, para no perderse en
ningún momento toda la satisfacción de estar a su lado, tan cerca como nunca lo
había hecho, tenerlo en su mirada, no perder ningún gesto de su cara, de
escuchar cada una de las palabras que les decía a los que por su suerte, les
dedicaba antes que a ella.
Fueron más de 4 horas disfrutando de él, de sentir
como y porque aquel hombre había sido capaz de cautivarla por completo a ella. Y
durante ese tiempo, se cruzaron muchas miradas, al principio de extrañeza, y
luego de complicidad. Era como si los dos entendieran el porqué de aquello sin
necesidad de hablarse.
Ya no quedaba nadie n la cola, solo ella, nadie más,
los dos solos. Y la mirada se clavó en sus ojos, solo hizo falta un ligero
movimiento de ella por acercarse para rompe aquel momento, y como un sortilegio creado durante ese tiempo,
solo se pudo escuchar una frase.
Quieres que te dedique el libro mientras cenamos
juntos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario