Quizá la palabra payaso y la palabra maestro no
digan mucho para algunas personas. Y quizá para otras solo signifiquen
desprecio o menosprecio. Y en otras algo tan despectivo que ni están en su
vocabulario.
La palabra payaso es para mí la segunda palabra
más importante. Tanto significa para mí que nunca podré parecerme a ella por más
que lo intente todos los días. Es de tanta grandeza que muy pocos son capaces
de ser y sentirse payaso.
Admito la palabra y mucho más al que pueda presumir
de serlo. Aunque probablemente ni lo intente presumir. Es algo que su alma y su
corazón lo llevan tan a gala que ni sienten otra cosa que ser payaso.
Payaso persona que hace reír. Así sin más. Hacer
reír. Hacer felices a los demás. Alguien dijo que hacer llorar era fácil. Pero
sacar una sonrisa era a veces imposible. Bendigo al payaso que aun a costa de
sus sentimientos es capaz de ayudarnos a ser alegres, a ser felices y sacarnos esa sonrisa que muchas veces no
podemos tener.
Y de la palabra maestro más de lo mismo. Es
también la segunda más importante. Porque en mi vocabulario hay muchas con
número uno. Y muchas más con el dos. El maestro no es el que sabe sino el que
enseña. Y eso para mí nunca ha tenido precio. Los busco donde puedo. Y que
pocas veces están donde la gente espera. Busquemos bien que los hay en
cualquier sitio. Hasta los necios son maestros, nos enseñan a no serlo.
Gracias María Asunción
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