Sus ojos solo veían la tierra, el fango, el cieno,
el barro. Su cuerpo marcado por las arrugas de la oruga. Verde y fea. Llena de
pinchos como dolores de su piel. Desesperada y sin casi vida. Solo con luz gris
y negra era su existencia. No tenía futuro, o casi.
Un día encontró el sitio donde acurrucarse. Era el
mejor, rodeado de frescura y sencillez. Había fuerza ahí. Y mucha. Se hizo un
ovillo de seda. Se dejó hacer. La naturaleza obraría su poder y la ayuda
llegaría.
Así fue. Del capullo de seda en el que se transformó
la oruga, nació la más linda mariposa, llena de vida y color, de luz y
esperanza. Ahora empezaba su nueva vida. A empezar de cero, tenía toda la
fuerza que la naturaleza le entregó mientras sufría ese radical cambio.
Ahora tenía que aprovechar su lucha y esfuerzo. Y
ver la vida hacia arriba, nunca más el suelo gris y feo. Ahora el sol y la luz
los tenía de su parte.
Ahora eres Mariposa has vuelto a nacer. Eres
distinta algo en ti ha cambiado. Distinta por dentro y por fuera. Has aprendido
y sufrido mucho.
Ahora eres más fuerte. Ahora tienes que aprender a
volar
A todas las personas que se van a curar del
cáncer
Naturalmente bello este texto, querido amigo Txentxo, y aún más bella la optimista dedicatoria final. Gracias por compartir todo esto. Un muy fuerte abrazo.
ResponderEliminar