El calor de este lunes es
sofocante, ni abanico ni botella de agua.
Las calles reflejan con más
fuerza la luz del sol. Son pocos cruces hasta llegar, el esfuerzo agobiante. La
gente anda muy despacio y esquivando el choque con otras. Buscan la sombra de
tejados, de toldos y de las hojas verdes de algún árbol.
El aire quema, la falda arde, y
la blusa pegada al cuerpo hace resaltar sí cabe más mi sudor.
Los tacones tan altos rojos casi
me hacen resbalar. Ya llego. Dos pañuelos de papel me sirven para secar las
gotas de mi pecho. Un pequeño peine acomoda mis rizos y el carmín recompone mis
labios. Tengo que estar perfecta. Hoy es el momento. Llamo, me abre, me hace
sentar y solo escucho que estoy contratada.
Hace mucho calor, ahora sí sudo y
mucho. Mis pechos están llenos de gotas que resbalan de mi cuello.
Qué bonito es el sol. Qué gusto
de calor.
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