Tengo ya una vida hecha, madura,
fuerte. He luchado y lucho por ser valiente, por ser independiente, que no
dependa de nada ni de nadie. Salgo adelante solucionando mis problemas,
arreglando mis asuntos, he roto los muros que tapaban mi vida, u ahora ando con
fuerza y autosuficiencia.
Pero mis cimiento forjados en
estas realidades se conmueven al verlo, mis miedos anteriores se presentan como
fantasmas de mis indecisiones de juventud, mi intimidad se desmorona, y mis
agobios rezuman por mis poros.
Y cada vez que estoy junto a él
me siento bien, me da fuerza, confianza, seguridad. Sé que no busca otra cosa
que yo sea su centro en su vida, no algo pasdajero.
Mis prisas las trasmito y mis
ansiedades también, los tiempos se aceleran y las pausas dejan de existir. Y
estas situaciones son las que no dejan que prospere, que adelante, que lleve a
situaciones de paz y tranquilidad
………………………………….
Se pierde mucho en una relación,
tu intimidad, tu soledad asumida, parte de tu libertad. Pero ganas felicidades
y lo sabes, lo notas, lo sientes. Y desde el principio cuanto más claro le
expliques las cosas mejor para los dos. Comprenderá tus miedos, tus ansiedades,
tus agobios. El solo quiere hacer lo máximo que él cree por ti. No tengas dudas
que es su interés. Pero tanto, tanto que al final se pasa.
Busca sus sentimientos y no los
hechos y sus palabras. Quizá sus preocupaciones por ti es para demostrar algo
que no debe hacerlo de esa forma. Hablarlo, explicarlo, contarlo.
En cierto modo abriste la puerta
para que entrara en la tuya, pregúntate porque?, ¿tiene todo lo que te falta?,
¿no se parece en nada a relaciones anteriores?, ¿te sientes bien, te hace
feliz? Tu intuición no te fallará, incluso en los silencios sabrás que pasa.
Tu cabeza dejó de ser fría, tu
corazón dejó de latir al ritmo normal, tu alma está excitada. Las ilusiones,
las esperanzas siguen alterando tu vida. Saldrá bien?. Date tu tiempo, y dáselo
a él. Déjalo bien claro. El tiempo nos coloca a cada uno en su sitio y
seguramente os colocará a los dos juntos en el mismo sitio. Las vidas en común
tienen todo lo bueno de cada uno y solo lo malo que queramos dejar que exista.
Cuanto menos malo exista mejor. Ceder antes que imponer, convencer antes que
mandar. Y amar hasta que dejes de sentirte bien haciéndolo.
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