Mochila que nos enseñan los Coach,
cargadas de nuestras rémoras. Que pesan nuestras vidas. Que lastran nuestras
ilusiones.
Les metemos piedras de desánimo,
miedos incomprensibles, torturas de nuestra mente, desequilibrios de nuestro
corazón.
Puñaditos de disgustos, insignificantes
riñas, pequeños desvaríos, grandes
mentiras, porción de rutinas inservibles, desilusiones de anhelos.
Cositas, elementos, rarezas, locuras,
pasiones, manías, que solo nos pegan a un terreno granítico que inmoviliza
nuestra vida.
Hacerle agujeros a nuestra
mochila es la mejor forma que pese menos que vacía. Fluyen por esos boquetes
todas las piedras, grandes, pequeñas y hasta la fina arena que no dejan caminar
por nuestra existencia. Unas veces lenta y otras rápida. Pero nuestra historia
es la que estamos creando.
Y si hiciera falta dejemos la
mochila en el suelo y vivamos más ligeramente.
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